domingo, 29 de mayo de 2011

Educación Superior la historia que no nos quieren contar

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1) Acceso ¿Para quienes?

¿Cuál es la versión “oficial” sobre el     Acceso a la educación superior?



Cuando hablamos de versión oficial, no tiene que ver con que exista una postura clara y unificada por parte de empresarios, el estado y los rectores o directores de las instituciones de educación superior. Lo que hay que hacer para descubrir este discurso oficial es tomar los proyectos que aplican y pretenden aplicar al sistema, las leyes que hay y las que pretenden crear.

• Desde el gobierno, el acceso a la educación superior apela a la movilidad social…

Durante el gobierno de Lagos, la jefa de la DIVESUP (división de
educación superior), Armanet, publicó un artículo en donde evaluaba lo hecho por el gobierno hasta el momento sobre el acceso a la educación superior… 

Se plantea que la educación superior cumple con una función de movilidad social: “Si estudio, tendré una vida mejor, tendré un mejor sueldo, podré vivir en un mejor barrio…”  Pero resulta que se parte hablando de “La educación Superior” y se termina hablando de “La universidad” solamente. No se incluye en el discurso a los CFT ni a los Institutos, probablemente porque allí se concentran los estudiantes con menos recursos y con menores posibilidades de
movilidad social: de los estudiantes de los CFT el 64,8% pertenece a los tres quintiles más pobres y de los Institutos profesionales, el 41,5%. 

Por otra parte, no considera que a las universidades entren muy pocas personas de los primeros quintiles. Cabe destacar que hacia el 2003 sólo el 14,5% de los jóvenes del Quintil I accedían  a la educación superior, versus el 73,7% que lo hacía perteneciendo al V Quintil, el grupo más rico del país (Kremerman, 2007). Por tanto, esa “movilidad social” podría ser  más una ilusión que una realidad concreta, en tanto no existe una cobertura y un sistema educativo que  no reproduzca las desigualdades sociales que se ven acentuadas con la educación media. Armanet considera, además, que los conceptos como “educación gratuita” o “arancel diferenciado”, son sólo fantasmas, dado que el principal desafío actual, es la elaboración de un sistema eficiente de créditos y becas que apunte a aumentar el aporte por alumno y el número de beneficiarios, según ella: “la educación nunca fue ni será gratuita, el único punto de discusión es quien la paga”, pero ¿no es todo  egresado, ya sea de la educación secundaria, técnica o universitaria, un trabajador de la sociedad cuya labor permite el desarrollo del conjunto? ¿no es acaso todo beneficio educacional un beneficio social? ¿no debiera ser entonces la sociedad, “representada” por el
Estado, la que “pague” este beneficio?. Considerar la educación pública como un fantasma es eludir el conflicto, no resolverlo.
Sin embargo, el mayor problema con sus planteamientos radica en
homologar las problemáticas de acceso con las de financiamiento. Es cierto que el saber “quién paga” es fundamental para asegurar la entrada y permanencia de los estudiantes en la educación superior, pero no es lo único; la PSU es uno de los más grandes filtros para acceder a la educación universitaria. 
La educación es una inversión para  el país (CAPESUP y Consejo de
Rectores) Informes y documentos emanados desde el Consejo Asesor Presidencial para la Educación Superior y el Consejo de Rectores hablan de los estudios de educación superior como una inversión. Detrás de esta, estaría la lógica de una racionalidad económica que se aplicaría por ejemplo, en la elección de las carreras. Como es una “inversión”, debe ser devuelta por quien estudia; con esto ignoran el beneficio que recibe la sociedad al contar con más y mejores técnicos y profesionales.

Reconoce ciertas fallas "del mercado” de la educación: 
-  Falta de conciencia de que estudiar ayuda al país.
-  Asimetría en la información (se propone mayor estandarización).
-  Al egresar, no necesariamente se logran las expectativas económicas.
-  Incertidumbre por terminar la carrera (problemas económicos, etc.)
-  Fallas en los créditos, lo que haría necesaria la intervención estatal.
-  Problemas con los criterios para la entrega de subsidios.
-  No hay garantías de que los subsidios entregados para educación se usen efectivamente para eso.

Además se hace una crítica a la PSU por no ser la mejor medida para
determinar el ingreso a la educación superior (¡ya era hora!). Respecto de esto, se evalúa la posibilidad de usar otros criterios no-cognitivos para la selección.Sin embargo, esta crítica no es nueva y va generalizándose entre el discurso de las autoridades, del gobierno y de la  oposición, por lo que si proponen o implementan “cambios”, probablemente no serán significativos, sino que serán simples reformas que permitirán que se adapten al modelo actual, no significará un paso a una educación superior pública y de calidad para todos.
¿Cuáles son los mecanismos -barreras- de Acceso 
a la Educación Superior?
El principal mecanismo de acceso a la educación superior es la Prueba de selección universitaria (PSU), cosa nada nueva (además existen otras formas que son complementarias como ingreso  por deporte, cupos supernumerarios, etc). Ahora, es más bien interesante ver como la PSU se transforma en una barrera de acceso, más que en un “facilitador” de él. En este sentido el colegio
de procedencia, al momento de dar esta prueba, se constituye como un factor trascendental en el impedimento o en garantía de obtener buenos resultados. Pero no podemos entender esta situación, sin resaltar el hecho de que al colegio que vas es el que tu familia puede – o no – pagar. Es decir, la principal barrera de ingreso a una carrera universitaria, principalmente, es la situación socioeconómica de la familia del estudiante. 

Podemos decirlo de otra forma: la PSU la única función que cumple es la de reproducir las desigualdades socio-económicas del estudiante y por ende, la de su familia. 

Ahora veamos en datos cómo esta realidad, la de las desigualdades en  el acceso, se refleja: 
Ya planteamos, a grandes rasgos, cómo la PSU se vuelve una barrera de acceso, al ser un mecanismo de ingreso que reproduce las desigualdades que se generan desde la enseñanza básica y media – que ya entendemos desigual tanto por la calidad, como por la capacidad de pago de las familias (que se transforman en demandantes de  educación, donde los colegios se comportan
como oferta). Así en el ranking PSU del 2006 (según datos del DEMRE) vemos que dentro de los 50 primeros puntajes, según colegio, solo encontramos dos liceos municipales, donde el resto son particulares pagados. Aún así, vemos que estos son liceos “emblemáticos” (Instituto Nacional, posición 20, Carmela
Carvajal, posición 44), que por más municipales que se digan, no responden a las condiciones promedio de sus pares. 

distribucion

Además, sabemos que de los estudiantes que rinden la PSU, el 60.5% pertenecen al quintil I y II, mientras que el 12,1% pertenecen al quintil V. A pesar de estas cifras, que por un lado podrían ser alentadoras sobre la posibilidad de rendir la prueba, vemos que de los
estudiantes que no superan el puntaje mínimo requerido para la obtención de becas y créditos y para el  ingreso a ciertas carreras
universitarias (la mayoría si hablamos del Consejo de Rectores), el quintil I y II representa – es decir queda excluido del sistema universitario- el 42.3%, mientras que los dos quintiles más ricos solo un 15.8%.


porcentaje

Al mismo tiempo, las brechas que se generan en estos resultados tienen a aumentar, en el siguiente gráfico vemos como el promedio PSU (lenguaje  – matemática) es cercano a los 456 puntos en los municipales, mientras que en los particulares pagados es en promedio 586. Vemos en detalle, como las desigualdades que se genera desde los colegios son perpetuados por los resultados de la prueba de selección ya que los que no tuvieron dinero para “pagar” (comprar) una educación de calidad está sentenciado a no acceder a la universidad.

puntaje

Es así, siguiendo con esta misma tendencia, como en las universidades, de cada 100 alumnos, sólo 6 pertenecen al primer quintil, 10,3 al segundo quintil y 41,6 al quinto quintil. ¿Y qué pasa con los que le alcanza el puntaje? ¿o con los que no dan la prueba?, simplemente no estudian una carrera de nivel superior, o entran a CFT o IP. Es aquí donde se concentra la matricula para los quintiles más bajos, 38.2% y 19.5% respectivamente.  

distribucion poblacion

Indudablemente otra gran barrera de acceso, son los aranceles
absurdamente altos y la (im)posibilidad de acceder a becas y/o créditos, pero este no es tema de este apartado. 
Incluso la OCDE, un organismo internacional con principios marcadamente neoliberales, explica acerca de la educación chilena que la diferencia en los resultados de la PSU se pueden deber a la preparación entregada por los colegios a los que asisten los estudiantes, así los de más bajos recursos asisten a colegios municipalizados y los con más a pagados, ¿lógico no?. Otro aspecto – negocio - que es necesario recalcar, son los preuniversitarios, que aún con la educación de los colegios pagados, estos se ven en la necesidad de PAGAR una alta suma de dinero, durante un año (o más), un reforzamiento de las materias vistas durante toda la enseñanza media. Así, tanto los provenientes de pagados, municipales, o subvencionados se ven en la necesidad de “fortalecer” o “rellenar” los vacíos de los contenidos de los colegios, poniendo en el tapete que ni siquiera los pagados se escapan de aquel “refuerzo anual” poniendo al descubierto la no tan buena calidad de estos.

Podemos ver que los que ingresan a la universidad, por los motivos
esgrimidos anteriormente, son los que tienen más posibilidades de pagar una educación,  pagar los colegios,  pagar preuniversitarios, o  pagar la propia institución de educación superior.
En definitiva el gobierno, la OCDE, y en general los organismos  que
han estudiado el caso chileno concuerdan con que las desigualdades que se producen por el hecho de asistir a uno u otro colegio. Es por esto que nuestra tarea, ya no es perseguirnos la cola con este tema, sino es ver cómo lo contrarrestamos.

En conclusión, la versión oficial  tiene una cara bonita: la educación
hará que las clases bajas superen su condición de pobreza o de riesgo social. Sin embargo, sabemos que la cantidad de alumnos que pertenecen a los primeros quintiles y logra entrar a la universidad es mínima. Como antecedente, por otro lado, las causas más importantes de deserción universitaria son:

-  el nivel de escolaridad de los padres (capital cultural)
-  el nivel socioeconómico de la familia
-  el nivel de exigencia y complejidad de las carreras.

Es preciso pensar el Ingreso a la Educación Superior en términos políticos y cotidianos; la relación que existe entre excelencia académica y el mayor acceso, es algo que tensiona a todos los sectores, en tanto un aumento sustancial del acceso cuestiona las concepciones tradicionales de excelencia y calidad, que hoy son sinónimos de elitización. Este proceso implica no sólo preocuparse por la admisión a la Universidad de más estudiantes, sino que también por abrir los espacios físicos de la universidad para que cualquier persona pueda ingresar a sus establecimientos y a sus clases. 

Una de las grandes dificultades para el movimiento estudiantil, en
relación a poder crear políticas transversales a todos los sectores del
estudiantado (frente común de lucha) es la existencia de múltiples sistemas educativos y distintos sistemas de financiamiento. La segmentación del sistema educativo es una realidad que genera división no sólo en términos socioeconómicos, sino también  en términos subjetivos. 

Ahora que el acceso es un tema que está en el debate, es nuestro deber como agentes educativos tener un papel activo, capaz de proponer y de generar cambios. Así, desde nuestros espacios cotidianos y colectivos, podemos construir, discutir, actuar, e incidir. Incluir a la comunidad cercana en las prácticas universitarias, y nosotros integrarnos con ellos, abrir el conocimiento que se encuentra enclaustrado en cuatro  paredes y así reventar la burbuja en que estamos.
Fuente: OPECH

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